The Lean Shift: cómo el trabajo en equipo, no el control, impulsa el éxito de la construcción

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Durante años, la industria de la construcción ha operado con un modelo reactivo: solucionar los problemas a medida que surgen, presionar más a los contratistas cuando los plazos se retrasan. Pero ¿qué pasa si la solución no es más presión, sino un cambio fundamental en la forma en que se gestionan los proyectos? El Last Planner System (LPS), una metodología de construcción eficiente registrada, ofrece un camino hacia la previsibilidad, pero su éxito no se trata de implementar una lista de verificación, sino de crear un entorno de equipo donde la responsabilidad y la confianza reemplacen el enfoque tradicional de comando y control.

La trampa reactiva

Muchos profesionales de la construcción se enorgullecen de realizar los proyectos a tiempo, a menudo por pura fuerza de voluntad. Esto a menudo significa microgestionar a los contratistas, perseguir problemas y luchar para corregir errores en el último minuto. Si bien es eficaz a corto plazo, este enfoque es insostenible. Conduce al agotamiento, al aumento de los costos y a un ciclo constante de extinción de incendios. El problema no es la falta de esfuerzo, sino un sistema defectuoso.

El último sistema de planificación: más allá de la lista de verificación

El LPS a menudo se presenta como un conjunto de herramientas y procesos: planes de trabajo semanales, eliminación de restricciones, programación de extracción. Pero estas herramientas son inútiles sin una base de confianza y colaboración. Obligar a los contratistas a utilizar el sistema sin abordar la mentalidad subyacente sólo resultará en más frustración y esfuerzo desperdiciado. La clave es el empoderamiento.

Construyendo las bases: trabajo en equipo sobre control

El verdadero éxito con LPS proviene de la creación de un ambiente de equipo donde las personas se sienten dueñas del éxito del proyecto. Esto significa:

  • Empoderar a los contratistas: Permitirles asumir compromisos basados en sus necesidades, en lugar de imponer plazos imposibles.
  • Eliminación de restricciones: Identificar y resolver obstáculos antes de que afecten el cronograma.
  • Centrarse en las causas fundamentales: Abordar los problemas sistémicos en lugar de culpar a los individuos.

Cuando los miembros del equipo confían unos en otros, se hacen cargo de sus compromisos. Esto conduce a un flujo de trabajo predecible, en el que los contratistas cumplen sus promesas y el proyecto se mantiene encaminado.

Los resultados: previsibilidad y eficiencia

Cuando se implementa correctamente, LPS transforma el proceso de construcción. Las presentaciones llegan a tiempo, los planos de taller se fabrican sin demoras y los elementos de la lista de tareas pendientes se abordan de manera proactiva. Las largas jornadas, los cambios de última hora y los retrabajos se convierten en la excepción, no la regla.

El resultado es un proyecto que finaliza a tiempo, sin sacrificar la calidad ni la seguridad. Más importante aún, crea un sistema sostenible donde la eficiencia y la colaboración reemplazan el caos y el control.

El cambio de mentalidad: romper con la tradición

Históricamente, la industria de la construcción ha premiado el desempeño individual por encima del trabajo en equipo. La gestión de proyectos a menudo se basa en un enfoque de “mando y control”, en el que se imponen plazos y se impone la rendición de cuentas mediante presión. Esta mentalidad debe cambiar.

El éxito de LPS depende de adoptar un estilo de liderazgo que empodere al equipo. En lugar de perseguir a los contratistas, los superintendentes pueden centrarse en el panorama general: reducción de residuos, eliminación de limitaciones y mejora continua.

El valor: un sistema sostenible

El sistema Last Planner no es sólo un conjunto de herramientas; es un cambio fundamental en la forma en que se gestionan los proyectos de construcción. Se trata de reconocer que las personas se desempeñan mejor cuando se confía en ellas, se les empodera y se les rinde cuentas. Se trata de construir un sistema sostenible donde la eficiencia, la colaboración y la mejora continua reemplacen el caos y el control.

El valor de este cambio no tiene precio. Es la diferencia entre un entorno estresante y reactivo y uno predecible y eficiente. Es la diferencia entre un proyecto que apenas termina a tiempo y uno que prospera